Inspirándose en la flexibilidad de las alas de los insectos voladores, los investigadores de Floreano Lab, NCCR Robotics y el École Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFL) han diseñado un dron quadcóptero con un marco exterior de fibra de vidrio realmente fino (solo 0,3 mm) y unos brazos que se unen a un imán central. Gracias a esta configuración, el dron puede soportar golpes de alta intensidad sin romperse al tiempo que se «recompone solo», organizando de nuevo todas sus secciones gracias a la atracción del imán.
El equipo explica que el imán central está diseñado y posicionado precisamente para mantener rígido el dron mientras vuela. Cuando se golpea, sin embargo, el enlace magnético cede, facilitando que el dron se deforme temporalmente para reabsorber mejor el coque y proteger así otros componentes del aparato.
En cuestión de segundos, como se aprecia en la grabación del experimento, el dron vuelve a estar así operativo tras un choque, volando como si no hubiera pasado nada.